Es conocido por la mayor parte de las personas, que Jesús, cuando fue llevado por el espíritu al desierto, fue tentado por satanás en tres ocasiones.
En cada una de esas ocasiones, el diablo, valiéndose del conocimiento que tenía de la palabra de Dios, retó a Jesús, para que tomara decisiones que bajo ningún concepto podían estar acordes con la perfecta voluntad del Padre.
Jesús, quien es la palabra de Dios hecha carne, resistió a satanás, y con la misma palabra rebatió a Satanás en cada uno de esos tres momentos.
De igual modo, durante todo el tiempo de su predicación, el Señor, con su palabra echaba fuera demonios, sanando también a toda clase de lunáticos y enfermos.
Y es que Jesús, como verbo vivo, e hijo de Dios, contaba con toda la autoridad y dominio sobre el mundo espiritual.
Es evidente, que tanto en los tiempos de Jesús, como en la actualidad, los demonios o espíritus inmundos, son atormentados por la palabra de Dios. Por lo que esta, se constituye en una de las armas con las que contamos los cristianos para resistir y ganar las batallas espirituales que nos toque emprender.
Para hacer guerra espiritual, es necesario que entendamos que existe un reino espiritual de maldad, con satanás a la cabeza. Este es un mundo real, en el que existen millones de demonios, que actúan coordinada y organizadamente, mediante jerarquías muy constituidas, con el fin de robar y destruir las almas de los hombres y tratar de robarle la gloria a Jesucristo.
Pablo, describe muy bien esta guerra, y las jerarquías del mundo espiritual del enemigo, en su carta a los Efesios, capítulo 6, versículo 12, cuando nos afirma:
"Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes."
Todo creyente, viene a constituirse en un soldado de Jesucristo, que debe estar atento para resistir a las acechanzas del diablo. Y debe estar siempre preparado para llevar a cabo la batalla espiritual, pues satanás, no perderá ni la más pequeña ocasión, para atacar, con el fin de debilitarlo, hacerlo caer y destruirlo, tratando también de destruir con ello la obra de Dios.
Para ello, debemos vestirnos con toda la armadura de Dios, descrita por Pablo en Efesios 6, versículos 13 al 18.
13. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
14. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,
15. y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.
16. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.
17. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;
18. orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;
Debemos aprender a estar muy cercanos, muy unidos a Dios en todo tiempo, para poder estar fortalecidos con el poder de Jesús, de forma tal de resistir al diablo.
Es pues necesario usar toda la armadura de Dios, completa para poder estar protegidos y resistir sus acechanzas. El llamado es siempre a resistir, porque la batalla es del Señor. Él es quien luchó por cada uno de nosotros.
Pero; ¿Como nos ataca satanás?:
Primero: Él, hace a Dios Mentiroso: Al igual que lo hizo con Eva en el Jardín del Edén, satanás busca hacernos dudar sobre lo que nos presenta la palabra, y sobre si debemos obedecer con exactitud los mandamientos de Dios. Él, trata de convencernos siempre de que transgredir cualquiera de estos mandamientos, resulta poco importante y hasta intrascendente.
Segundo: Nos tienta: Satanás conoce muy bien nuestras debilidades. Él suele tentarnos constantemente, hablándonos y hablándonos espiritualmente sobre lo agradable que resultaría el dejarnos llevar por las pasiones y deseos de la carne. Él es muy persistente. Y no deja escapar ni la mas pequeña oportunidad, para atacarnos y tratar de hacernos caer. Satanás no se cansa jamás de ponernos trampas. Por lo que los cristianos debemos estar muy atentos y no descuidarnos nunca. Una manera de no descuidarnos, es permanecer siempre muy unidos a Dios, y muy cubiertos con toda la armadura que Él ha provisto para nosotros.
Tercero: Se constituye en un acusador permanente: Cuando el cristiano está debilitado espiritualmente, suele estar más susceptible de sentirse afectado por las acusaciones de satanás; las cuales le roban el reposo, la paz y la alegría. Es muy importante, entonces, estar sensible a la voz del Espíritu Santo, para poder tener discernimiento y reprender a satanás. Ante este tipo de ataque, es muy importante que tengamos presente que hemos sido salvados por medio de la sangre de Jesucristo, y que ya han sido perdonados nuestros pecados. Es importante pararse firmes y reprender al diablo, en el nombre de Jesús, y con el poder y autoridad de su palabra. Que es la palabra de Dios.
Toda obra de la carne está ligada a espíritus inmundos y ellos operan dentro del alma de cada individuo.
La guerra espiritual ha sido ganada por Jesucristo. Nuestro enemigo, es un enemigo que ya ha sido derrotado. Él, no puede realmente forzarnos a hacer nada, pues nosotros tenemos la potestad en cada situación de resistirle en el nombre de Jesús, y con la palabra.
Es por ello que no debemos tener miedo al mundo espiritual de maldad, pues el señor mismo es nuestro defensor. Él ya ha vencido a Satanás. Él conoce como somos tentados, pues Él mismo fue tentado, y desea darnos la fuerza para resistir.
Puedo dar fé, y todavía no salgo de mi asombro, que una vez que hemos aceptado a Jesucristo como Señor y Salvador, recibimos de él toda la fuerza y autoridad para resistir al diablo. Y tan cierto es esto, que rápidamente nos daremos cuenta de que podemos resistir a vicios y tentaciones que antes nos dominaban, y ejercían el control sobre nuestras vidas. Jesús, cuando se lo pedimos con corazón sincero y una real y firme decisión, nos dá definitivamente la fuerza para salir de nuestros vicios. Libertándonos de los deseos de la carne, y enseñandonos a resistir cuantas veces sea necesario. Hasta ser completamente libres.
En este sentido la palabra de Dios afirma, en Santiago 4, versículo 7, lo siguiente: "Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros".
No hay comentarios:
Publicar un comentario